Era previsible, finalmente, Rafael Correa ha sido reelegido como presidente de la República de Ecuador y sin necesidad de ir a segunda vuelta. Sinceramente, me alegro. Me parece un personaje político muy interesante y que ha hecho una labor más que significativa en los dos años que ha gobernado el país. Ahora, repite experiencia y tiene una legislatura por delante para poner en práctica lo que proclama.
El problema estará en el color que coja la cámara legislativa. En el caso de que sea mayoritariamente de la oposición, Correa lo tendrá difícil para poner en práctica su constitución. Sin emabrago, si predomina el verde (el color de Alianza País, el partido del Presidente), tendrá amplia discreccionalidad para desarrollar sus normas. Habrá que anlizar en el futuro si esto es positivo o no. De momento, nos debemos quedar con que Correa representa otra forma de hacer política en el país, hasta hace pocos años controlado por una clase política que no ha favorecido en nada o absolutamente nada las necesidades del pueblo.
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